El Camino Espiritual
JULIO, 2023 - Tiempo aprox. de lectura: 3 minutos
Hoy día, mucho se habla del camino espiritual. Como si estuviera de moda meditar e ir a ceremonias y probar cuánta medicina se nos atraviese en el camino. Una falsa creencia de que mientras más medicina consumimos, más cerca estamos de alcanzar la iluminación.
Pero realmente, ¿Qué es el camino espiritual? ¿Cómo se anda? ¿Cómo se atraviesa?
Transitar el camino espiritual es una decisión diaria. No hay recetas. No hay mapas. El mapa lo va dictando el propio camino. No es un proceso lineal. Más bien como un laberinto en espiral, con bajadas y subidas. Con tempestades y oscuridad.
En estos días escuché a alguien hablar del camino espiritual como un trabajo muy parecido a trabajar la tierra, donde hay que sacrificarse, trabajar duro, para poder ver la cosecha, o comerse el “postre”, como resultado. Hay muchas maneras de vivir la espiritualidad, de hecho cada quien encuentra la suya.
Para mí, la conexión con la naturaleza ha sido primordial; honrar a los seres elementales: Agua, aire, tierra y fuego, en todas sus manifestaciones. Honrar mis ciclos, y las estaciones.
El Temazcal ha sido desde hace ya varios años, de vital importancia en mi camino espiritual. La medicina del Temazcal no sólo me ha servido para limpiar, purificar y renacer todas las veces que he entrado. También me ha servido para transportar ese trabajo a la vida diaria. De no resistirme ante las circunstancias. De rendirme. De resignificar el dolor. De abrazar la incomodidad.
Y respirar. Sobre todo eso: ¡respirar!
Hace una semana viví la ceremonia más hermosa de toda mi vida: el nacimiento de mi hija Nikté-Ha. En el proceso de parto, el mantra que utilice fue: “va a pasar”. Y esto es algo que el Temazcal me ha enseñado. Ahora tendré el Temazcal y mi parto como grandes experiencias de vida, de crecimiento y fortaleza. (El nacimiento de mis dos hijos mayores fue muy diferente, en hospital y con epidural. De alguna manera sentía que no los había parido. Obvio que los parí, pero dormida)….
Puedo conectar con la fuente creadora siempre que la busco, cuando propicio un espacio para ello, a través de la meditación.
Me reconozco como un vehículo perfecto de luz y amor.
Julián, mi hijo mayor, hace unos días dijo: “somos el sueño de Dios”. Cuánta verdad y sabiduría en una sola frase. Los niños vienen a recordarnos lo sublime del mundo espiritual, de ahí venimos todos, pero al hacernos adultos se nos olvida.
Es nuestra tarea conectar con esa pureza y ese amor incondicional en todo lo que hacemos.
A lo largo del camino han habido maestros espirituales, quienes me han ayudado a encontrar respuestas.
Hoy puedo decir que soy mi propio gurú, y mi corazón es mi guía.